EL HOMBRE DE LA SOLAPA
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Reapertura de un BLOG hace más de una década muerto
Hoy es sábado 24 de mayo del 2025 y he decidido volver a escribir en este blog.
Desde la última vez que ingresé acá, ha pasado una pandemia, un estallido social y un proceso constituyente fracasado. Ni el país ni el mundo son el mismo. Y mi propio acontecer también cambió en 180 grados. Me divorcié tras 17 años de una relación que me hizo crecer y madurar y de la que estaré agradecido por el resto de mi vida, avergonzado por haber sido un cobarde que no fue capaz de dar de vuelta el inmenso amor que recibió. Atormentado por la posibilidad cierta de ser acusado por mis comportamientos abusivos machistas, me sometí a terapias de diversa índole, pasé un año entero sin tomar una gota de alcohol, y decidí cambiar, rescatar lo que quedara de nobleza en mí como ser humano. Murieron una amiga y un amigo de mi edad y mis círculos sociales se redujeron de cientos a los que puedo contar con mis dedos. Hoy tengo 49 años y un hijo de 3. Vivo en La Florida, cerca de mis padres y suegros. Estoy trabajando desde hace 3 años como librero.
Iré subiendo acá mis notas de lectura, mis reseñas de libros. Básicamente eso.
12/20/2012
Fin del Mundo
Estaba yo en el Serviu para informarme de cómo funciona el sistema y eventualmente postular a un subsidio para comprar una vivienda, y haciendo la fila eterna pude oír un conmovedor diálogo entre dos mujeres, dos pobladoras de campamento probablemente, gente pobre, una de 35 años y la otra de unos 50, así al ojo. La menor le abría los ojos a la mayor:
Me dio una enorme pena lo que pudiera resultar de esas mujeres, enfrentadas como yo aquella mañana a funcionarios de un sistema que les hablarían en un lenguaje técnico, administrativo, procedimental. Pero más pena me dio el crudo testimonio de un oscurantismo que no puedo catalogar sino de medieval. Ese nivel de ignorancia.
Por supuesto hay autores y cómplices. El poder, como en la antigüedad, sigue residiendo en 2 arquetipos de casta, los que están casi en la cumbre de la pirámide, los jerarcas: sacerdotes y militares. Sobre ellos, sólo el nuevo dios: el dinero, la Banca, el FMI, los empresarios. Y debajo de estas 3 tipologías poderosas, el aliado clave: los medios de comunicación. Cada vez que un periodista se limita a “hacer su trabajo” sin cuestionar lo que su entrevistado dice, se hace cómplice. Si el gobierno dice que desde ahora la tierra es plana, ¿puede el periodista limitarse a decir “el Gobierno informó que desde ahora la tierra es plana”? Eso es lo que hacen. Se supone que son profesionales, pasaron por la universidad, saben qué cosa es científicamente cierta y qué es charlatanería barata. ¿No deberían desenmascarar al mentiroso? Deberían. Pero un periodista, solo, no puede, pierde su trabajo. Se necesitaría un medio, una consciencia y ética extendida entre los periodistas, un frente. Pero como ya dijimos, el Dios se llama dinero. Y mejor no molestar a Dios, porque si quiere, mañana el planeta Tierra se cae al suelo.
Una época que pasa entre uno y otro apocalipsis.
Hace unos meses, el cometa Elenin.
Una gigantesca masa de roca y hielo en viaje hacia el centro del sol.
Su alineación con la tierra provocaría el desastre.
Explosiones solares, cambios en la órbita lunar, terremotos, erupciones volcánicas.
Pero el mundo no se acabó.
El cometa fue apenas una ráfaga de luz al telescopio.
Ahora, las profecías mayas.
2012. El año del fin.
Pero los códices mayas no hablan de un tiempo de muerte.
Hablan de un tiempo de renovación y claridad.
Ha visto en la televisión un programa
donde unos tipos explican cómo construyeron sus búnkers
para cuando el capitalismo colapse
o la radiación haga inhabitable la superficie del planeta.
También ha visto un comercial de cerveza cuyo eslogan dice
bienvenidos al último verano, el mejor verano del mundo.
Ha visto toda su vida el espectáculo del fin del mundo.
Seguramente, no verá el fin del mundo del espectáculo.
No importa.
Nunca ha creído en todo eso.
El mundo no se acaba.
El gato maúlla pidiendo su comida. La hija juega a tironearle la cola.
La mesa está puesta. Pronto llegarán los parientes a celebrar el año nuevo.
Vendrán los abrazos, los brindis, los deseos de buena fortuna.
Celebrarán como si no existieran cometas, ni profecías, ni búnkers.
Como si nunca fueran a acabarse los veranos.
Como si fuera posible un nuevo tiempo
de renovación y claridad.
Superar la superstición de la Posteridad.
El sol se va a apagar, eso es seguro.
Virgilio desaparecerá. El Dante desaparecerá.
Shakespeare desaparecerá. Cervantes desaparecerá.
Lo que escribimos, si acaso, serán huellas, marcas borrosas
para ser leídas en las piedras por los arqueólogos del futuro.
El futuro no existe. El futuro es el lugar adonde nunca se llega.
No se puede escribir allí.
Hay que aprender a escribir en el Ahora.
Kairós, decían los antiguos griegos.
La vida es ésta. Historia es este momento.
Cualquier día de éstos, cada día, es un día histórico.
La poesía sucede de un momento a otro.
Se cuela por los entresijos de la vida cotidiana
como la luz del sol que a través del ramaje tupido de las copas
ilumina el corazón mudo del bosque.
Como esa luz, ese otro tiempo que es la poesía
entra en el tiempo perdido del trabajo alienado y los relojes,
ese ramaje que no deja ver el sol.
La poesía entra en ese tiempo y lo aclara.
Nos hace visible su fugacidad,
nos muestra la fulguración de cada instante,
cada palabra, cada gesto, cada silencio.
Y se apaga. Se extingue en la oscuridad
de eso que llaman la Vida Real.
Se escribe contra la muerte, eso es real.
La poesía es esa breve luz que nos lo recuerda.
La vida es ésta. Historia es este momento.
Aprender a escribir en el Ahora.
Aprender a decir la palabra justa, justo a tiempo.
Hacer lo necesario para estar ahí
cuando la vida es radiante
y pasa volando ante nuestros ojos
como una luciérnaga que atraviesa el bosque
y se pierde entre la noche y la nada.